Cementerio.

6/22/2014 03:44:00 p. m.

Estaba mirando por la ventana del bus, soñando a ojos abiertos, en uno de esos pequeños momentos del día que le dedicas a tu 'yo' de un universo alterno, ahí, sumida en mis pensamientos para evitar sentir el calor de la tarde, el fastidio, los olores a buseta, a selva urbana, evitando ese miedo acosador y latente de que algún culicagado le de por sacar a pasear su juguete nuevo, sí, esa 9mm que lo convierte por algunos minutos en Dios, le da ese aire de cazador, de rey de esta jungla de concreto y le da por jugar a decidir quién va al cementerio y quién se queda en el ruedo. Ese miedo de que hoy, yo sea su presa y me apunte en el medio de la cejas, con los ojos secos como si no tuviese alma, que me recite una y otra vez las palabras que le resuelven la vida pero joden la mía "¡dame todo lo que tienes!", cómo si tuviera mucho que darles, como si una persona con real anduviese en la Comixtach a las 4 de la tarde, atascado en la cola de la Guayana y sintiéndome más como pollo en asadero que como persona, haciendo movimientos discretos de ninja, para ver si las personas que están detrás de mi tienen cara de querer fregarme y si no me siento como presa, poder sacar el teléfono de mi entrepiernas para avisar que llegaré un poco tarde a mi cita, 

-¡Qué ladilla! ¿por qué no me fui en taxi?-  

30 personas en un bus dónde caben 20, 30 personas que quizás están pensando lo mismo que yo, que miran mi cara a ver si no tengo pinta de querer joderme en ellos, es que ahora somos expertos en quinésica, leemos rostros, expresiones, escuchamos conversaciones ajenas, hasta podemos leerles la manos, claro, por el precio adecuado, este país se convirtió en un "resuelve", si no sé me lo invento, si no lo tengo se lo consigo, no importa cómo, pero recuerde todo "por el precio adecuado". Y al final siempre terminaremos siendo pollos en el asadero que están mirando los ojos secos de la muerte que los apunta justo en el medio de la cejas pero que también están dedicándole un poco de su tiempo a ese ‘yo’ de un universo alterno dónde no están atascados en el tráfico de la Guayana a las 4 de la tarde oliendo a sobaco, escuchando vallenato y deseando no terminar en el cementerio de mascotas.

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