Muchas veces me han preguntado ¿Cuál es mi lugar favorito? y mi primer pensamiento siempre era un escondite secreto en el techo de mi casa, al que siempre voy sola, a veces a pensar, leer o escribir un poco. Luego pensé que mi lugar favorito era un sueño que tuve hace mucho tiempo, cuando me enamoré por primera vez y soñé que creaba un universo a su lado. Al tiempo decidà que era un paisaje del alto Apure donde el tiempo no pasa, estar ahà es como vivir en una larga espera y si no vas en mucho tiempo cuando vuelves todo sigue intacto como un paisaje eterno donde se esconde la luz para brillar con más fuerza y que solo unos pocos puedan verla.
Asà habÃa vivido mi vida recolectando lugares favoritos, como quien recolecta tristezas y las ordena por orden alfabético, color, altura y peso, recolectando nostalgias, como quien guarda cartas o facturas de momentos especiales, esperando las auditorÃas de la soledad, que hacen su trabajo de noche, siempre de noche, como si les diera miedo la luz del dÃa y de repente te ves releyendo cartas, releyendo escritos y decides morir por un instante, bajar tus armas, rendirte y te das el gusto de llorar un rato.
Todo eso cambió el dÃa en que él sin previo aviso tomó mi mano por primera vez e hizo que el mundo se desvaneciera, mis teorÃas de que mi lugar favorito era un sitio para huir, un sueño que habÃa construido o un lugar donde el tiempo no transcurre, se resumÃan a cuando él tomaba mi mano a veces por accidente o a propósito, a veces cuando tenÃa frÃo o quizás solo para sentir un poco de tranquilidad. Tomaba mi mano y el mundo me sabÃa a cielo, tomaba mi mano y yo flotaba por la vida como si fuera una nube pérdida, tomaba mi mano y mi sonrisa se llenaba de toda la luz que quiso atrapar Reverón en sus cuadros y desde entonces empecé a llenar mi lista de más y más lugares favoritos, el bus, las calles de la ciudad, la cocina, los cuartos, todos los sitios en los que sentÃa sus dedos entrelazados con los mÃos, se convertÃan en sitios especiales. De pronto, los sitios que acumulaban tristezas se llenaron de risas, los recuerdos oscuros se llenaron de luces amarillas, todo parecÃa más brillante, todo parecÃa nuevo, y cuando ya no habÃa más espacio para escribir en mi pequeña lista, noté que todos los nuevos sitios eran lugares ordinarios y supe con seguridad que mi lugar favorito no eran sitios, ni sueños, ni paisajes, mi lugar favorito era él con su piel color caribe brillante, su boca de mar y sus ojos de sol mirando en mi dirección.