Plantarse

11/06/2016 07:48:00 p. m.


Planté mis pies en suelo frío, frío como el mar de Punto Fijo y al pensar en la Península me visualicé parada allí con la espalda roja por el sol, me vi quitándome el cabello de la cara, sentí la brisa pegajosa y deseé tanto revivir el naranja de su cielo, como quien tiene una ilusión gafa de niño, como quién espera un juguete en diciembre pero a cambio recibe medias grises.

El frío recorriendo mis pequeños y blancos pies me hizo sentir viva, vacía, pero viva, decepcionada de tanto, pero respirando, como esa sensación particular cuando le dices a alguien que te robaron y responden "pero al menos no te hicieron nada" y no sabes sin sentirte agradecida o molesta de que no te mataran.

Empecé a replantear mi vida, recorrí esos pequeños espacios donde me había sentido plena, donde mis pies habían dejado de tocar el suelo... sin miedo, donde saboreé los colores brillantes del cielo y te vi, te vi con tus ojos de caleidoscopio, te vi tomándome de la mano, te vi sobre mis hombros intentando agarrar las nubes y yo con mis pies enterrados en la tierra, hundiéndome hasta las rodillas, te vi sobre mis hombros, intentando agarrar la copa de un árbol y a mi ya la tierra me llegaba al pecho, te vi saltando para llegar más alto, y a mi la tierra ya me cubría el rostro, donde luchaba por respirar un poco de aire fresco, luego te vi huyendo y yo ya no estaba en el panorama, te vi huyendo haciendo el ocaso, cuando notaste que ya no podía hacerte volar.

Cerré los ojos para no ver mis pies pálidos y fríos, tan pedestres, tan pegados al suelo y sentí rabia, ira, no quería conformarme con esto, no quería agradecerte por no haberme matado, por no haberme ahogado en ese mar de fango en el que me estaba hundiendo sola y volvió tu rostro a mí, como una revelación de colores brillantes y quería quedarme allí, viéndote, como a un aviso de neón, podría haber vivido en aquel recuerdo, en aquella foto del recuerdo de un sueño, donde yo no era yo sino una marea de inseguridades que calmabas con un beso y tú sonreías tanto que te quedabas sin ojos.

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